Hemos visitado a un anciano
hortelano de Andorra. Nos recibe con gran alegría ya que ha dedicado una buena
parte de su vida y trabajo diario a escuchar el lenguaje de la naturaleza y
quiere comunicar todo lo que ha aprendido y sigue descubriendo. Día a día, año
tras año de una manera “metódica”, diríamos que científica, ha observado,
estudiado, modificado lo que no funcionaba,….experimentando hasta conseguir pintar
vergeles en su huerto con agua e incitar la vida en los suelos más secos y
áridos, sin tan apenas una gota de agua.
El huerto en el que dispone de
agua es un espacio casi mágico, una isla de frondosos productos y frescura.
Quizá solo en los cuentos podemos volver a encontrar un huerto rebosante de
vida. Su forma de plantar y agrupar las plantas parece ser el secreto que junto
al uso eficiente del agua y la no utilización de ningún fitosanitario, según
insinúa, son los causantes de esta exuberancia.
La mayoría de sus plantaciones
las realiza en círculo ya que de esta manera todas y a lo largo de todo el día
cuentan con sol y con sombra manteniendo además mucho mejor la escasa humedad
del suelo.
Cuando llega la hora de la
despedida nos obsequia con sabrosos productos de una calidad inigualable.
Volveremos más veces ya que nos
propone enseñar lo que sabe a todas las personas que quieran dedicar tiempo y
cuidado a la tierra. Además y en base a sus observaciones nos muestra con gran
claridad la problemática del agua y cómo podríamos resolver localmente algunos
de los problemas que parecen se “avecinan”.
¡Que nunca perdamos el contacto con los ancianos y ancianas sabias y que su conocimiento sea tenido en cuenta!