Continuando con las rutas comarcales en el Año Internacional de los Bosques, el domingo 9 de octubre el recorrido transcurrió por el término de Alloza. Un paisaje abrupto de monte bajo, con altitudes de 700-800 m, pero humanizado por bancales con cultivos típicamente mediterráneos como el olivo, la vid y el almendro y por la construcción tradicional de piedra seca que estuvo presente en toda la ruta.
Unas 45 personas, incluidos niños y niñas, se dieron cita en esta mañana fría en el inicio que poco a
poco se fue tornando mas confortable con el transcurso de las horas.
El Cabezo Galindo, constituido por areniscas, arcillas y cantos rodados se encuentra alejado de la población. Presenta un paisaje muy afectado por la erosión producida por los cambios bruscos de temperatura. El agua de la lluvia penetra en la roca y con la bajada nocturna de la temperatura se hiela rompiéndola en fragmentos de diferentes tamaños. La zona umbría rebosa de arbolado en contraste con la soleada en la que escasea.
Los cultivos se agrupan en las vales y en las pendientes suaves en las que encontramos los típicos abancalamientos realizados con la piedra del propio terreno y que otorgan suavidad y “arreglo” a este abrupto paisaje. Una forma de aprovechamiento de la tierra que además facilita el aprovechamiento del agua que discurre por las laderas.
El pinar autóctono de pino carrasco (Pinus halepensis) está presente en todos los espacios donde no ha sufrido ningún tipo de presión y ha podido colonizar de manera natural. Los pinos presentan troncos y copas amplias, en contraste con los pinos de repoblación vistos en Alacón con aspecto débil y frágil. El sotobosque es tupido y rico en especies vegetales como enebros, sabinas, espino negro, coscojas,…También las plantas aromáticas y el muy apreciado Té de roca (Jasonia glutinosa) acompañan el camino.
A lo largo del camino se van encontrando restos de pequeños mamíferos como la gineta, traída por los árabes como animal de compañía, la garduña conocida como fuina, en el habla tradicional. También es frecuente la paniquesa, gran depredador de insectos y por ello imprescindible para combatir plagas.
En uno de los muros de piedra seca se encuentra un caño que sirve de filtro natural dando salida al agua que se va acumulando en los abancalamientos. Elemento etnológico interesante que, según nos cuentan los habitantes de Alloza podría tener más de cien años.
El intérprete de la ruta, Javier Aznar, nos muestra en imágenes las pequeñas aves frecuentes en estos parajes: el colirrojo tizón, verderones, carboneros, pinzones, verdecillos, jilgueros, ….y algunos más grandes como los alcaudones que después de atrapar a sus presas (lagartijas, insectos varios) los guarda pinchados en los arbustos de pino negro y en las aliagas. Todas ellas esenciales en la eliminación de plagas y protección de los pinares.
En los cortados rocosos se adivinan y vislumbran a lo lejos los cernícalos, buitres,…
Hacia el final del recorrido y antes de retornar al punto inicial, nos sorprende muy gratamente el Mirador de Las Cinglas desde donde se aprecia un paisaje extenso y hermoso aunque gravemente afectado en buena parte por las explotaciones a cielo abierto de la Val de Ariño. Se aprecia al fondo la Sierra de Arcos, en medio, las explotaciones mineras y terrenos reforestados pertenecientes a dos empresas mineras, Samca (Ariño) y Endesa, junto al Humedal de la Corta Alloza, y desde nuestro punto, las laderas autóctonas de Las Cinglas. Capta nuestra atención un reciente impacto que parece deberse a la pronta instalación de una granja porcina que se suma así a una val profundamente modificada e irrecuperable, un paisaje perdido que formará parte de la memoria de los más mayores.
La Val de Ariño, un mosáico de afecciones singulares.
Una buena mañana, un precioso paisaje y un mayor acercamiento a nuestro medio natural y nuestros escasos bosques.